Se puede razonablemente pensar que se les ocurrió a los hombres embarcarse sobre el elemento líquido al ver un tronco de árbol arrastrado por la corriente de un río. Así, pues, el barco debió de nacer en el río. Las embarcaciones más antiguas podrían ser quizás esos cestos redondos embadurnados de brea que aún se ven en Bagdad, productos de regiones desprovistas de bosques, así como las piraguas hechas con los troncos ahuecados de los árboles que las grandes selvas ecuatoriales proporcionan en abundancia. (Albert Brenet). (El texto pertenece a una parte del Prólogo)
Ir al inicio
|