Un grupo de importantes abogados acusa de homicidio a las grandes productoras de cigarrillos a raíz de la muerte de un fumador. La industria tabaquera se tambalea: saben que una sola sentencia en su contra provocaría una avalancha de demandas de indemnización que los llevaría a la ruina. Pero a los grandes magnates no le preocupa demasiado. Disponen de una fundación dotada de millones de dólares sólo para defenderlos y dirigida por Rankin Fitch, el mejor especialista en jurados. Fitch lo tiene absolutamente todo bajo control. Conoce al detalle la vida de cada miembro del jurado; sabe cuáles son sus opiniones, sus manías, sus vicios, sus defectos; sabe qué les hace vulnerables, y sobre todo, dispone de licencia para actuar más allá de la ley si resulta necesario. Ya lo ha hecho en otras ocasiones y ha salido victorioso.
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