Cuando en 1951 apareció en un opúsculo este trabajo (ya conocido antes a través de Contrapunto, Nº 1, diciembre de 1944) el editor lo presentó en los siguientes términos. La forma y el espíritu de esta pequeña obra traerá al lector reminiscencias de tipos, costumbres y expresiones de un Buenos Aires que se aleja cada día en el tiempo. El poeta ha querido con esta poemática evocación de un arquetipo ya desaparecido, cristalizar sus rasgos de manera que éstos pasen a ser patrimonio de nuestros recuerdos imborrables. Las imágenes plásticas, las audacias verbales, los aciertos psicológicos, crean no solamente al personaje sino que dan soplo de vida a lo que fue el medio donde trasegó quien pobló las esquinas de los barrios con sus gestos, sus dichos y su coraje. El alma del compadrito se ha encarnado en infinitas modalidades en el porteño actual. Lo revelan su léxico, su música, su vestir, siempre distinto aun en las formas del modernismo, y el poeta, sensible a esta multidivisión, quiere darnos, en apretada síntesis, lo que ha sido forma y fondo, cuerpo y alma de una época. El Compadrito y su Alma es, tal vez, el ejemplar ejercicio de un observador, el boceto para un cuadro más complejo que se está gestando en obra próxima, pero cuyos atributos más característicos palpitan ya en estas páginas audaces, poemáticas e ingeniosas. En efecto, el autor dió a conocer poco después su largo poema Poeta al pie de Buenos Aires, y en muchos de sus versos se alza la figura del porteño de hoy, emparentado a veces con el compadrito de ayer. Creemos por ello de interés acompañar al texto de aquel feliz ensayo, un fragmento del canto XV de Poeta al pie de Buenos Aires. -S.R.
Observaciones: Presenta dedicatoria del autor.
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