En el ruedo de la vida, Carlos Arturo Wetzler irrumpe con la fuerza mágica del torero esgrimiendo la capa punzante de su poesía.
Envainada en fulgurantes atrevimientos, su palabra, "agua, vida, punto final", enfrenta sin compasión al toro -humanidad, enrostrándole en cada giro de luces el espejo de su propia condición sangrante. Y es en ese sutil, irónico y despiadado juego de pasiones torero-toro, en el que va desgajando su traje de falsas estrellas hasta caer desnudo, desprotegido de oropeles, en medio de la esponja-arena. "Me invaden graves dudas de locura, me carcomen extraños pensamientos. ¿Existo yo?" -se pregunta-. En superpuestas escalas, es el toro el que clava sus banderillas en el hincado cuerpo. Gime y se abisma el ya no certerotorero en medio de siderales silencios, implorando a su "Negra noctámbula bailarina...uno minutos más". Desdoblada en azules su roja capa, entibiados en ternura sus giros, irguiéndose de su carnalidad, el poeta nos envuelve en una danza de encuentros. Amalgama los espacios de sus silencios y nos regala el trofeo inapreciable de su hallarse, logrando de ese modo amar y aquilatar la mancillada condición humana. Un "Eco de silencio" aligera los presentes de nuestra memoria: esperanza latente en el auténtico traje de verdades nacido de sus fervorosa búsqueda de soles.
Ir al inicio
|