Los quince relatos que componen Dublineses sorprendieron en su tiempo por la libertad del lenguaje, la crudeza de los temas y las irrespetuosas alusiones que salpican el texto. Sin embargo, la obra no pretendía escandalizar; simplemente la voluntad de ofrecer una visión global de la realidad exigía la inclusión de situaciones y expresiones inhabituales en la literatura de la epoca. Pese a la aparente independencia de las narraciones, el libro posee una profunda unidad orgánica; al escribir el primer relato, James Joyce (1887-1941) tiene ya a la vista la totalidad del proyecto: "denunciar el alma de esa hemiplejía o parálisis que algunos llaman ciudad". En efecto, Dublín se constituye en protagonista de la obra, a la vez como medio histórico concreto y como símbolo de todas las metrópolis del mundo; los relatos se ordenan en torno a cuatro motivos: las primeras experiencias infantiles, las frustraciones de la juventud, los desengaños de la madurez, la ruina final de las ilusiones. La traducción de Guillermo Cabrera-Infante se ha hecho sobre el texto corregido en 1967 por Robert Scholes.
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