A través de doce cuentos de sencillo y poético estilo, Gladys Abilar parece seguir, junto a sus protagonistas, el itinerario biológico del hombre. Pero la niñez de la primera parte del libro no está exenta de las negruras o de cierta malicia a menudo sólo atribuida al mundo de los mayores, ni las historian con adultos carecen de cierta inocencia y sorpresa ante el mundo. Como una gran ironía, la autora termina este aparente ciclo evolutivo con histories con animales. ¿Un cifrado mensaje apocalíptico? ¿Una metáfora de advertencia? ¿Una apuesta al regreso a las primarias fuerzas de la naturaleza? Dice Eduardo Gudiño Kieffer: "En este libro no hay personajes sino personas, seres vivos como nosotros, sus lectores, que por sentirlos tan humanos y vulnerables, non conmovemos, nos indignamos y sonreímos con ellos. Gladys Abilar demuestra en este libro, y como nunca, sus innegables dotes de escritora".
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