La convición de que la oratoria había declinado fue sentir común en Roma durante la edad de plata. Este fenómeno inquietó profundamente a los espíritus más preocupados por los problemas de la cultura, la educación y la actividad política. Se puede hablar de un ciclo de trabajos De causis corruptae eloquentiae, en el cual estarían comprendidas, entre otras obras, el tratado de Quintiliano de este título, algunos prefacios de las Controversias y Suasorias de Séneca el padre, y los primeros parágrafos del Satricón.
A este ciclo pertenece el Diálogo sobre los oradores, de Tácito, compuesto entre los años 102 y 107.
Tres temas se discuten en esta obra: se compara la oratoria con la poesía; se comparan los oradores antiguos con los modernos; se discurre sobre las causas de la superioridad de la oratoria antigua.
Cautiva desde el primer momento la pasión con que los interlocutores exponen y defiendan sus punto de vista; se tiene la sensación de asistir a un diálogo vivo. Se escucha al acento diverso, el matiz peculiar de la pasión, el estilo distinto de cada uno de los dialogantes; vibra de modo claro y diferente cada uno de los temperamentos.
En la traducción que aquí se ofrece Roberto Heredia Correa ha buscado conjugar tres valores importantes: exactitud en la versión de palabras y conceptos, apego a la secuencia de las expresiones y fluidez en el español.
El estudio introductorio contiene, como nucleo, un análisis de las ideas sobre la educación de los oradores, que propugna el autor del Diálogo.
Notas e índice de nombres completan el libro, facilitan su manejo y ayudan a una mejor comprensión de todas sus partes.
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