"(...) Él tomó aquella mano y la besó castamente. ¿Quiere que sea con Ud. como soy con todos? - preguntó ella con serenidad, y él turbadísimo contestó que no. Al pié de aquel algarrobo destrozado, en que el viento gemía, su juventud irradiaba como una promesa de resurrección. Tenía la gracia y el vigor de la naturaleza agreste, y la salud espiritual de las gentes sencillas, y en sus ojos verdes resplandecía un amor sin prejuicios, virginal y puro como el agua de una vertiente ignorada en el corazón de una roca inaccesible."
Gran premio de Literatura del Gobierno Argentino.
21° Edición. - 114.000
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