Para Anna los días pasaban como las hojas de un libro en blanco. Sin historia, sin querer saber lo que depararía el siguiente capítulo. Sin motivaciones. Sin final.Frente al espejo, y sumida en la peor de sus pesadillas, de la cual no podía despertar, intentaba encontrarse a sí misma. Pero una vez más era traicionada por un reflejo que no le mostraba que cada vez tenía un mayor número de vértebras y costillas visibles, que hacían contraste con el verde de las cientos de carreteras de venas que se mostraban a lo largo de su cuerpo.Eso era lo que quedaba de ella. Y al fondo, una mirada perdida en un eterno sufrimiento.Ella había ganado la batalla.Se había convertido en su aliada, en su mejor amiga. Proporcionándole el control que Anna había perdido por el camino a cambio de castigar su cuerpo y su mente.