IV
A
medida que transcurría el tiempo, y que serían más o menos las siete de la
madrugada, el humo se iba haciendo cada vez menos espeso y mas transparente, por
lo que ya se estaba intuyendo que el objeto del fondo del cráter, el cual estaba
completamente rojo como si fuera una bola de fuego, aunque su forma era más
alargada que redonda, casi parecida a un enorme puro, posiblemente se tratase de
una máquina procedente del exterior de nuestra galaxia.
El
humo ya casi había desaparecido, y el color rojo fuego del extraño objeto se iba
apagando y mostrando la verdadera textura que más se parecía a un brillante
metal acerado y sin un solo rasguño, que a otra cosa.
Ya
empezaban a verse las primeras luces de la mañana aunque de forma muy difusa,
cuando de repente se oyeron unos chirridos procedentes del fondo del cráter, la
expectación estaba al máximo, y podía más la curiosidad que el miedo; bomberos,
policía y hasta el ejército estaban pendientes de un hilo, a más de uno se le
oía latir el corazón.
Un
poco más atrás, gente del pueblo, que quien más quien menos, no las tenía todas
consigo.
La
máquina en forma de puro ya totalmente en su color propio, parecía de acero, se
estaba abriendo por su parte central, primero fue una pequeña e insignificante
rendija que poco a poco se fue convirtiendo en una abertura lo suficientemente
ancha para que pudieran pasar objetos y personas de tamaño
razonable.
Cesaron
los chirridos al mismo tiempo que dejaba de aumentar la abertura de la rendija
que se supone sería una puerta.
Lo
que no cesó aún, fueron los gases sulfurosos que seguían emanando con gran
fluidez y cantidad.