Capítulo primero
La acusación
El señor d'Avrigny hizo que el magistrado, que parecía cadáver,
recobrara en seguida el conocimiento.
-¡Ah! ¡La muerte se ha apoderado de mi casa! -dijo el señor de
Villefort.
-Decid más bien el crimen -respondió el doctor.
-¡Señor d'Avrigny! -gritó Villefort-, no puedo expresar lo que
pasa por mí en este instante, no sé si es miedo, pesar o locura.
-Sí, lo creo -respondió d'Avrigny con calma-, pero me parece
que es tiempo de obrar, es tiempo de que opongamos un dique a ese torrente de
mortalidad. En cuanto a mí, me siento incapaz de guardar por más tiempo este
secreto, si no es con la esperanza de vengar muy pronto a la sociedad y a las
víctimas.