Tu hermanito se muere y te lo deja. ¿Para qué lo
quiere? La tumba es muy oscura, y no se puede ver la hora que es."
-¡Toma, hermanito, voy a darte mi reloj; toma,
hermanito!
Y las manitas ya moradas se aflojaron, y las bocas se dieron un
beso desde lejos. Ya no tenían los niños fuerza en sus pulmones
para pedir socorro. Ya se abren las aguas, como se abre la muchedumbre en una
procesión cuando la Hostia pasa. ¡Ya se cierran y sólo queda
por un segundo, sobre la onda azul, un bucle lacio de cabellos rubios!
Gabriel soltó a correr en dirección del
caserío, tropezando, cayendo sobre las piedras que lo herían. No
digamos ya más: cuando el cuerpo de Carlos se encontró, ya estaba
frío, tan frío, que la madre, al besarlo, quedó muerta.
¡Oh mañanita de San Juan! ¡Tu blanco traje
de novia tiene también manchas de sangre!