Introducción I
(Del autor)
El chat la trajo hasta mí. Vino en el ojo del huracán, y... me arrastró, me
enredó, me envolvió... totalmente. Sin darme cuenta me sentí atrapado con su
seducción. Sus palabras, aunque lejanas calaron muy hondo, en lo más profundo de
mi corazón. Un halo de dulzura, suavidad, y... ?¿por qué no decirlo??, de
pasión, se posó en mi. Ella es muy peculiar, los busca lejanos, bien lejanos...
¿Qué raro temor encubre esa búsqueda? Si pudiese, quizá, los buscaría en Marte o
Venus. Tal vez... más adelante.
Y Como si todo esto fuera poco... cuando me
dispongo a buscarte, vos ya te alejaste. Pareciera que así no te voy a alcanzar
jamás: Europa, la Luna, Júpiter, las Pléyades...
Esto parece más un sueño
?el típico caso de amor imposible? que una realidad. ?Cualquiera es capaz de
soñar, pero no cualquiera es capaz de realizar sus sueños.?
Incursiona en mi
mente una reflexión de I. Kant: ?Atrévete a pensar? y decidí saltar todas las
vallas... Y ampliando la misma, agrego: ¡Y... hazlo ya! Entonces me di cuenta
que no existe lo imposible en los universos físicos. ¡Hay que atreverse, osar,
cruzar todas las fronteras! La aventura de lo sin límites, de la perspectiva
integral ?infinitud y eternidad.
Respondí su primer mensaje, y allí me
condené a la hermosa reclusión perpetua de anhelar vivir junto a ella. No sé si
alguna vez comprenderé como sucedió esto, porque... ¡Ellas son tan enigmáticas!
Hasta ahora, solo nos une el chat, la cámara web, las fotografías y las
conversaciones telefónicas.
Sus palabras, develan, entre líneas, su
intimidad. De ellas, puedo entrever, su estado de ánimo.
La percibo osada,
independiente, experta, inteligente, luchadora, valiente, extrovertida,
fogosa,... la impresión que tengo, es: ¡Que siempre consigue lo que
quiere!
¡Ay, diosito mío! ¡Esto parece un gualicho!
¿No me habré tirado a
la pileta, sin fijarme, si tenía agua?
¿Seremos, alguna vez, los dos,
uno?
El tiempo lo dirá. También... la vida misma.
¡Si escuchásemos los
mensajes que la vida nos envía, las cosas serían tan sencillas! Pero... ¡Somos
tan tozudos! ¡Queremos resolver todo nosotros ya! ¡Cual si fuésemos importantes
o imprescindibles! ¡Qué vana estupidez, la humana, de creer que somos algo! Si
fuésemos un tanto humildes, ahorraríamos energías y tiempo. Pero... bueno, así
somos. ¿Aprenderemos algún día?
Me pregunto: ¿Cómo sigue esto?
Me invitó a ir a su país, donde ella juega
de local (allí está su tribu, de la cual, es un tanto caciqueja). ¡Me parece que
voy a perder por goleada! Pero allí está el cantaclaro: Cuando uno se contrasta
con el otro, las palabras sobran. Unos pocos segundos dicen más que mil
palabras. Allí se acaban los sueños y la cruel realidad entra a tallar.
Como
dicen en la calle: ?En el campo se ven los pingos?.
Me asaltaron múltiples
dudas: ¿Seremos, o nos haremos compatibles, para una convivencia de crecimiento?
Porque... digámoslo sin tapujos: ¡Convivir, cualquiera lo puede hacer con
cualquiera! Pero de allí a que signifique aprendizaje, y, consecuentemente,
evolución, hay un salto de catarata.
La relación, se asemeja mucho al rosal:
tiene rosas (muy pocas), y... también espinas (¡muchísimas!)
Luego pensé: En
un marco de genuino amor, los límites se diluyen, y los imposibles se tornan
posibilidad: ¡No existen obstáculos de ninguna naturaleza! Porque... mi búsqueda
es hacia una relación horizontal, es decir, con independencia y autosuficiencia,
de manera que las decisiones que cada uno adopte, sean a conciencia, entonces,
esta relación será superadora.
¿Podremos salvar la distancia física que nos
separa, en forma genuina y sustentable?
?Cuando quieres realmente una cosa,
la mente universal conspira para ayudarte a conseguirla?
Y... después:
¿Qué?