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Este libro está formado por una selección de artículos publicados en los diarios Clarín, La Razón, y Página 12 y en las revistas Summa, Humor, Trama, Vivienda y Casa Nueva.

El primero de ellos -Cirugía de Casas-, fue escrito en 1977, y el último en 1990.

Quiero agradecer a Gloria Cháves por el afecto y el buen humor con que me ayudó a compaginar el material; a Lilly Morgan; a mi hijo Juan por haber aceptado someter el texto a su implacable ojo detector de errores; y a su madre, Mónica Müller, lectora piloto e inseparable ex-mujer desde hace más de veinte años (ante la sabia resignación de sus maridos subsiguientes).

A Martha Berlín, que fue mi psicóloga durante un año difícil para mí, le agradezco su precioso prólogo.

El autor

Buenos Aires. 23 de abril de 1990.

 

Prólogo de la 2da. edición

Palabras pronunciadas por el periodista y escritor Orlando Barone, durante la presentación de la Ira. edición

Recibí el libro Cirugía de Casas con esta dedicatoria: "Para Orlando Barone, mi amigo, maestro periodístico, ex cliente y compañero de risas y de humor en este viaje de cien vueltas alrededor del sol, en la nave que tanto disfrutamos".

A pesar de eso, quiero aclararles, nuestra relación es platónica.

Aristóteles decía que la amistad es un alma en dos cuerpos.

Creo, no es para tanto. Además ni Livingston ni yo, a esta altura, nos sentiríamos cómodos metidos por mitades en el cuerpo de otro, por más intangible que sea el alma.

Lo cierto es que somos amigos. Me tranquiliza el saber que tiene otros amigos, así que no soy el único: Livingston según se mire es demasiado para un amigo solo. A veces, pienso, es demasiado para él mismo. Ese es su encanto: su desborde, habiendo tanta personita mezquina.

Por mi parte les voy a confesar algo: mi amistad es interesada, no desinteresada.

Lo que me une a Rodolfo es el puro interés.

Me interesan su inteligencia, su ingenio, su creatividad y su imaginario. Me interesan su coraje civil y sus principios morales; y su sagacidad y su lealtad y su vocación profesional y su estilo original e incopiable. Sé que todo esto que digo está en el libro Cirugía de Casas. "Esta obra -diría un crítico- viene a llenar un vacío..."

Mentiras: esta obra no viene a llenar nada. Viene a vaciar lo que está lleno de nada. Es decir, lleno de arquitectura del vacío. De casas y de arquitectos sin personas, como si no pudieran salirse de los planos y proyectos y encarnarse en la vida.

Este es un libro feliz. Aunque su autor esté dolido por ideas muy profundas expresamente pasadas por la aparente superficialidad para no crear el pánico.

Es el libro de un arquitecto que eligió pasarse al bando de las víctimas y desde allí defenderlas de los vicios de la fatuidad y la soberbia, de la estupidez y el elitismo.

Livingston, que se enorgullece de ser arquitecto, sabe que el título es una limitación apenas uno se mete con la vida.

El es escritor, periodista, comunicador y maestro. Es un observador de la ciudad, de la gente, de los subsecretarios y políticos. Su mayor placer es descubrir petimetres y hacerles pasar vergüenza pública. Hay funcionarios que al oir su nombre se santiguan.

Alguna vez fue "ambientador de bulines". Decorador de "cotorros".

Les ponía de todo: colchones, chaise longe, luces tenues, moquette púrpura. Si lo apuraban hasta daba consejos como María Luisa Lerer. En el amor teórico o carnal, siempre ha sido socialista y solidario.

Alguna vez fue también millonario. De esos de verdad, que tenían chofer, cocinera y ama de llaves.

Por eso tiene ese aura invencible del que tuvo y no tiene. Y al contrario de los que en su afán de ser ricos se vuelven personas miserables, él se mejora cada día sobre su persona sin importarle su bolsillo.

El espejo en que se mira Rodolfo no refleja el dinero. Mientras él juega a discutir acerca del mundo otros se la pasan en los bancos.

Ahora acaba de publicar su primer libro. "Su primer libro escrito", porque en forma oral tiene la más larga biblioteca del mundo.

Ese es su éxito: páginas que expresan un espíritu inteligente. El haber escrito algo que antes no había sido escrito por ningún arquitecto. Dice el italiano Moravia que es más difícil no envidiar a un amigo feliz que ser generoso con un amigo en desgracia.

Los que estamos aquí no le hacemos caso: somos felices.

 
 
 
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Cirugía de Casas de Rodolfo Livingston   Cirugía de Casas
de Rodolfo Livingston

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