Capítulo 1:
El
Propósito Eterno de Dios
Antes que el
mundo fuese
Antes que todo comenzará, antes que hubiera un
ayer y un mañana, Dios llenaba la eternidad.
Nada había, nada existía, solo la perfecta
Deidad.
El amor se manifestaba en la perfecta comunión
del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Nada había fuera de ellos, y nada necesitaban.
Todo era Dios, y nada existía fuera de Él.
Él era la fuente, el principio y el fin de la
vida. Él era la VIDA.
Hubo un instante en aquella eternidad, fuera de
las edades y de los tiempos, fuera de toda necesidad, de lo profundo de su ser,
solo por amor, por ilimitado e incomprensible amor, que el propósito del Eterno
fue declarado. Todo aquello, no escuchado por criatura alguna en medio de aquel
silencio infinito, fue escondido en el Hijo, para ser manifestado cuando el
tiempo fuera cumplido.