Una advertencia, a modo de introducción
Antes de nada una precisión. El contenido de este
"trabajo", "reflexión" o como quiera denominarse a lo
que sigue a continuación, está realizado desde una experiencia de
fe, tal y como la define el Catecismo de la Iglesia Católica en su
artículo 150 y ss (la fe es una adhesión personal del hombre a
Dios; es al mismo tiempo, e inseparablemente, el asentimiento libre a toda la
verdad que Dios ha revelado).
En otras palabras, en ningún caso está en mi
intención realizar una exégesis del Evangelio, ni mucho menos una
interpretación historicista del mismo. Ni mi capacidad, ni mis
conocimientos me lo permitirían. Pero tampoco está en mi voluntad
tal cometido.
Mi enfrentamiento con el Evangelio lo realizo desde la
sentencia contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica en su
artículo 81: La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto
escrita por inspiración del Espíritu Santo.
Ello, por convencimiento, no porque lo diga el Catecismo. Desde
mi libertad y mediante la interiorización de las verdades contenidas en
la Escritura.