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Abandonamos Jajuel y cruzamos por segunda vez la hoya de San Felipe. Hace un tiempo admirable y la atmósfera tiene gran pureza. La espesa capa de nieve que acaba de caer hace que resalten admirablemente las formas del Aconcagua y de la cadena principal; el espectáculo es imponente. En la actualidad nos dirigimos hacia Santiago, capital de Chile. Atravesamos el cerro de Talguén y permanecemos durante la noche en un pequeño rancho. Nuestro huésped es más que humilde cuando compara Chile con otros países: "Algunos ven con los dos ojos, otros con uno; yo creo que Chile no ve con ninguno de los dos".

Santiago (27 de agosto)

Luego de haber atravesado muchas colinas poco elevadas, descendemos a la pequeña llanura de Guitrón, rodeada de colinas por todas partes. En hoyas tales como está, situadas de 1.009 a 2.000 pies sobre el nivel del mar, crecen en gran cantidad dos especies de acacia de formas achaparradas, que están muy espaciadas tinas de otras. Jamás se encuentran esos árboles cerca de la costa, siendo esta otra característica que agregar a los que ofrecen esas hoyas. Cruzamos una pequeña cadena de colinas que separa Guitrón de la gran llanura en que se encuentra Santiago. Desde lo alto de esta cadena, la vista es magnífica: una llanura perfectamente plana, cubierta en parte por bosques de acacias. A lo lejos, la ciudad adosándose a la base de los Andes, cuyos picos cubiertos de nieve reflejan todos los matices de sal poniente. En seguida se reconoce que esa llanura representa un antiguo mar interior. Cuando llegamos a la llanura ponemos al galope nuestras monturas y llegamos a Santiago antes de que sea completamente de noche.

En esta ciudad pasé una semana muy agradable, ocupando mis mañanas en visitar diversos lugares de la llanura. Por la noche cenaba con muchos negociantes ingleses, cuya hospitalidad es bien conocida. Un placer continuo es el trepar a la colina de Santa Lucía, que se encuentra en el centro mismo de la ciudad. Desde allí, la vista es muy bonita y, como ya dije, muy peculiar. Me dicen que ese carácter es común a las ciudades construidas en las grandes plataformas de México. No hablaré de la ciudad en detalle: no es ni tan bella ni tan grande como Buenos Aires, aunque construida bajo el mismo plan. He llegado a ella realizando un largo circuito hacia el Norte, y decido regresar a Valparaíso efectuando una excursión mas considerable aún, pero esta vez por el Sur de la ruta directa.

Puente colgante de pieles (5 de septiembre)

A eso del mediodía llegamos a uno de los puentes colgantes hechos con pieles, puentes que cruzan el río Maipú, de caudalosa corriente rápida, que discurre a algunas leguas al sur de Santiago. ¡Triste cosa son esos puentes! El tablero o piso, que se presta a todos los movimientos de las cuerdas que lo sostienen, consta de trozos de maderas colocados unos al lado de los otros. A cada instante encontramos boquetes y con el peso de un hombre que conduzca su caballo por la brida, todo el puente oscila de un modo terrible. Al atardecer llegamos a una hacienda confortable y nos encontramos en presencia de muchas y muy lindas señoritas. Por simple curiosidad, entro en una de sus iglesias, lo cual las escandaliza mucho. Luego me preguntan: "¿Por qué no se hace usted cristiano, ya que nuestra religión es la única verdadera?" Les contesto que también soy cristiano aunque no lo sea de igual manera que ellas, pero no me creen. Vuestros sacerdotes, hasta vuestros obispos, ¿es cierto que se casan?", agregan. ¡Casarse un obispo! Esto es lo que les choca más y no saben si reír o escandalizarse de tal enormidad.

 
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de Charles Darwin

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