https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Margarita Chauveley" de Eduardo Cadol (página 4) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Viernes 26 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  (4)  5 
 

-Creo que tenlas un tío muy rico.

-En efecto.

-¿Vive todavía?

-No, ha muerto.

-¡Te felicito!

-Al menos eres franco -exclamó irónicamente el joven; -pero mi tío tenla un hijo adulterino a quien legaba toda su fortuna por la mediación de un fideicomisario.

-¿Y no pleiteaste?

-Como no pleitease contra mí mismo...

-¿Cómo se entiende ?

-Es que yo era el fideicomisario.

Esta vez fue el Marqués quien se quedó pensativo. El aire de complacencia conque Enrique decía haber recibido y trasmitido a otro la totalidad de una gran fortuna, de la cual, sin embargo, hubiera podido reclamar una parte, despertaba en Tony extraños sentimientos, que eran mezcla de admiración y de envidia, como una especie de celos por no haber tenido nunca la ocasión de hacer algo semejante; también le molestaba verse obligado a aprobar lo hecho por su amigo, pues al hacerlo habla de sentirse inferior a él. Más de una vez el marqués de Pont -d?Ajol hubo de luchar, contra esa latente e intima mortificación que le causaba sentirse inferior a otros hombres que no tenían tantos millones como él, ni podían ostentar un tan esclarecido origen.

Con respecto a Enrique, esto le era todavía mas sensible, puesto que en el colegio, y también ya fuera de él, una fatalidad singular les ponla a menudo frente a frente y siempre era Enrique quien se llevaba en todo la victoria.

En los exámenes, Enrique obtenía siempre las mejores calificaciones, y más tarde, en los primeros devaneos de la juventud también era Enrique quien absorbía el interés y la admiración de las mujeres.

Bautista habla servido el café en un saloncito, en cuyas paredes se velan colgadas armas de gran precio y numerosos cuadros representando escenas de caza y fotografías de perros y de caballos de pura sangre. El mobiliario componíase de una especie de diván circular, algunas sillas y sillones y una mesa sobre la cual estaban colocados una carpeta escritorio, un tintero de plata sin tinta y un portaplumas de nácar con la plumilla mohosa y despuntada. Por encima de la mesa y de las sillas se velan tirados algunos programas de carreras, el anuario del círculo y una gran novela de Arsenio Houssaye, ilustrada con figuras de mujer más o menos ligeras de ropa. Todo estaba limpio y era lujoso, pero sentíase en el ambiente el vacío, la falta de calor.

Por la primera vez en su vida sintió Tony lo que habla en su propia casa de glacial y de pobre, a pesar de todas sus fastuosidades, y penso que sin duda el gabinete de Enrique, aunque mucho más modesto que el suyo, había de ser más atrayente y habla de sentirse uno allí bastante mejor, por lo que de nuevo sintióse avergonzado y celoso en frente de su amigo. Como si le quitasen un gran peso de encima, vela llegar el momento de la separación.

-¿Y piensas volverte al Japón? -preguntó de pronto.

 
Páginas 1  2  3  (4)  5 
 
 
Consiga Margarita Chauveley de Eduardo Cadol en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Margarita Chauveley de Eduardo Cadol   Margarita Chauveley
de Eduardo Cadol

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com