Creo que deben ser los paraguas los que nos hacen parecer
ridículas.
Cuando se me permitió entrar al recinto por primera vez
y vi a mis compañeras de baño caminando casi "al desnudo'',
me pareció que los paraguas les daban inconfundiblemente un toque a lo
"Little Black Sambo" .
Ridícula dignidad la de sostener sobre uno, una cosa de
tela de algodón verde con un mango rojo esculpido como la cabeza de un
loro, cuando una está vestida con apenas un pañuelo.
No hay árboles en el Luft Bad. El lugar se enorgullece
de su colección de simples casillas de madera, un recinto para el
baño, dos hamacas y dos pesas muy particulares: la una, presumiblemente
propiedad perdida de Hércules o del Ejército Alemán, y la
otra para ser usada sin peligro alguno por un bebé en la cuna.
Y allí tomamos aire sin importar si llueve, truena, o
hay sol. caminando, o sentándonos en grupos pequeños para hablar
cada una de sus dolores y de sus medidas y de las vicisitudes a las que la carne
es propensa.
Una alta empalizada de madera nos encierra por todos los
costados; por encima, los pinos parecen mirarnos algo arrogantes,
llamándose la atención los unos a los otros con golpecitos que son
particularmente enojosos para una debutante. Del otro lado de la pared, a la
derecha, está la sección de los hombres. Los oímos cortar
árboles y aserrar planchas de madera, haciendo caer al suelo grandes
pesos y cantando cada uno partes de una canción. Sí, lo toman
mucho más a pecho.