Monsieur Jaccotot, el viejo maestro de francés, llamó ante el pizarrón a Perico Sosa, un rubiecito flacuchin, el menor y el más travieso de su clase de muchachones adolescentes, para dictarle ejemplos de la formación del femenino en sustantivos masculinos o terminados en e, como nègre, nègresse...
Pertenecía aquella clase a un malhadado colegio criollo, cuya disciplina era menos que dudosa y cuyos estudiantes eran más que personajes. Cada vez que Monsieur Jaccotot iniciaba alguna explicación, alzaba la voz algún impertinente. Espíritu sencillo, Monsieur Jaccotot solía reprender entonces a sus alumnos, exclamando:
-En cuanto abro la boca, un imbécil había.
Su declaración provocó esta vez mas una grande hilaridad en el espíritu tanto menos sencillo de la clase. Sólo Manuel Peralta no se rió, absorbido por la lectura de algo que disimulaba dentro de su pupitre. Al notar la distracción del muchacho, el maestro pense que estaría leyendo alguna novela, y por temor de encontrarse con un nuevo libro obsceno y vergonzoso, no se lo pidió, limitándose a observarle que no se venía a la clase a leer novelas...
-No estoy leyendo novelas, -replicó Manuel Peralta, con su desagradable voz de pollo que comienza recién a cacarear.
Notando intrigado en su tono y su gesto irónica impudencia, Monsieur Jaccotot le preguntó:
-¿Qué les usted, pues?
Peralta se levantó arrogantemente y entregó al, profesor un cuaderno, diciéndole:
-Esto.
En la clase se hizo un gran silencio de curiosidad y expectativa...
Monsieur Jaccotot tomó el cuaderno y lo abrió en su primera página. Leyó allí la siguiente carátula, escrita con perfilada letra gótica: "Vida de Monsieur Jaccotot (novela de malas costumbres) por M.V.; ilustrada por el autor; segunda edición, aumentada y cuidadosamente corregida"; luego veíase un escudo burlescamente dibujado, y, como pie de imprenta, el nombre del colegio y la fecha...
-¿Quién ha hecho esto? -preguntó el profesor con voz sorda, esperando el silencio con que tantas otras veces se acogiera una pregunta semejante...
Pero ahora, la travesura tenía su editor responsable. Marcelo Valdés, el mejor estudiante de la clase, el preferido de Monsieur Jaccototot, se puso de pie y dijo, tartamudeando:
-Yo he sido, Monsieur Jaccotot... No creía hacer nada malo... Le pido que me disculpe...