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La vida en grupo
Reunirse en grupo frente a acontecimientos significativos de la vida: nacimientos, despedidas, muertes, desgracias, es propio de los humanos desde tiempos inmemoriales. Compartir en grupo las alegrías las amplifica, y a las tristezas les da contención. En grupo suele ser más fácil transitar lo difícil. Atravesar junto con otros los momentos críticos genera unión, solidaridad y gratitud, y puede promover la emergencia de lo mejor que hay en cada uno: la resonancia con el dolor ajeno, la capacidad de acompañamiento, una mayor y más amplia comprensión.
El grupo puede resultar un lugar privilegiado para el crecimiento personal. Porque es entre pares donde se desarrollan los talentos, se crece, se aprende. Y si bien el líder tiene una función dispar, la paridad básica entre todos los integrantes del grupo es mucho más esencial que una determinada función. Se trata de una concepción de hermandad profunda de todos los humanos, independientemente del papel o lugar que nos toque ocupar o jugar en un momento u otro.
Es en grupo donde la diversidad de las miradas puede catapultar a los integrantes y al grupo mismo a un nivel más alto al que cada uno de los miembros accedería por sí solo. Si bien es cierto que la creación suele ser individual, y que muchas veces el grupo nivela para abajo, podemos afirmar que también un grupo puede elevar el nivel general de sus miembros y nivelar para arriba. Si las condiciones de salud y ética del grupo son elevadas, el grupo resulta ser una entidad inteligente y creativa. El respeto de los valores esenciales –y la coherencia entre lo declarativo y lo encarnado, lo que se dice y lo que se hace– es una señal de inteligencia integrada y una condición de salud individual y grupal.
Cuando los grupos alcanzan un cierto estado de madurez, todos sus integrantes parecen crecer al mismo tiempo y cada cual de diferente forma, según su peculiar ritmo, momento, circunstancia, evolución.
Las dinámicas
Un grupo puede estar conformado por gente muy inteligente, y no necesariamente es un grupo emocionalmente capaz, potente, efectivo. Las distintas dinámicas que se generan en los grupos posibilitan u obstaculizan el desarrollo de las diversas inteligencias del grupo en su conjunto y de sus integrantes. El así llamado fenómeno grupal emerge como una nube envolvente, en la cual los participantes ven reflejados, en una dimensión escénica y dramática, los conflictos esenciales del ser humano. Ciertas dinámicas favorecen los niveles más regresivos de expresión de la conducta, actualizan los aspectos más bajos de los seres humanos que componen ese grupo, fomentan la discriminación, la violencia, la intimidación, el sometimiento, la eliminación del diferente considerado como enemigo. Dentro de esas dinámicas, personas lúcidas, cultas y sensibles, pueden llegar a desoír las percepciones internas, ir contra las propias intuiciones, obedecer en contra de sus valores y principios, y permanecer en grupos disfuncionales o destructivos.
No entraremos a estudiar la matriz estructural y simbólica que determina dichos fenómenos sino que los abordaremos desde un punto de vista psicológico social vincular. Consideramos que un aspecto esencial en la formación de los coordinadores de grupo es reflexionar sobre las condiciones que posibilitan la emergencia de dinámicas violentas y autoritarias, cuestionar las creencias que pretenden una verdad única –la propia– y la vigencia de teorías políticas, religiosas o filosóficas que justifican racionalmente la negación del otro y legitiman su exclusión.
Si bien a lo largo de estas páginas señalaremos cuán peligroso puede resultar un grupo cuando es arrastrado por emociones primitivas, la mediocridad, la obediencia ciega a la autoridad, la ausencia de discernimiento y de conciencia ética, también indicaremos las dinámicas que llamamos “inteligentes” y evolutivas, aquellas que promueven la duda y el cuestionamiento, la creatividad, la compasión y la solidaridad. Es nuestro propósito mayor la reflexión sobre las condiciones grupales que estimulan la constitución de grupos sanos y vitales, que posibilitan la expresión de lo mejor que tenemos como humanos: el amor, la solidaridad, la sabiduría, la compasión.
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Al coordinador de grupos, con cariño
de Felisa Chalcoff
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