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Roma
Evito escribir. Hace meses que evito ponerles palabras a mis sentimientos, evito aceptarlos para negar que existen. Y es que todo lo que siento, lo que pienso y lo que escribo lleva al mismo destino, a la misma persona, todos los caminos conducen a Roma. ¡Ay, Roma! Cómo me arruinaste. Convertiste una pieza prometedora en un desastre sin remedio, convertiste historias profundas en un monumental cliché romántico sin sentido. La maravillosa Roma, la más bella de todas, la famosa, la brillante, la cruel. Siempre creí que era un dicho absurdo: “todos los caminos conducen a Roma”. Y ¿qué es realmente Roma? ¿Por qué todos los caminos llegan ahí? Tiene que existir un atajo, algún camino secreto, una solución como la de todos los acertijos. Hoy entiendo que no es así, no hay solución posible, llegué a un punto muerto donde solo depende de mí liberarme. Estoy encadenada a vos, mi musa. Esperando eternamente la caída de Roma.
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