https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Justicia por mano propia: El libro que Francisco De Narváez no pudo comprar" de Santiago Sautel | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
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Prólogo


Pocas veces mejor puesta la frase “las apariencias engañan” como para describir este libro de Santiago Sautel.  Es que al adentrarse en su lectura se descubre que todo lo que se conoce, lo que hasta ahora se ha escrito  y dicho sobre el caso “Casalongue-De Narváez”, es poco y nada. Y que detrás de aquel episodio sigue habiendo mucha tela para cortar.
A partir de esto se me hubiese ocurrido como título alternativo a “Justicia por mano propia”, “La doble moral del periodismo, la justicia y la política”. Este es el que personalmente hubiese elegido y sobre lo  que reflexionaré más adelante.
Leyendo “Justicia por mano propia” me vinieron a la memoria los episodios previos a uno de los casos más emblemáticos sobre la pelea entre el poder y la libertad de expresión: el caso Cabezas. Ahórrese el lector la eventual crítica por considerar desproporcionada tal comparación porque, simplemente, no la hay. Sólo intento referenciar metodologías, esencias de pensamiento y posteriores cadenas de complicidades que desde tiempos lejanos hasta hoy se han articulado a la hora de atacar el ejercicio del periodismo.
Recuerdo, por ejemplo, que la muerte de José Luis Cabezas pudo haberse evitado cinco años antes si los mecanismos de la Justicia y de los grandes medios de comunicación hubiesen querido reaccionar como debieran. Corría el otoño de 1991 cuando dos periodistas se acercaron a una mansión en San Isidro en busca de la nota a un poderoso empresario cuyo nombre empezaba entonces a sonar como eje de un enorme entramado de poder en aquella Argentina del “primer mundo”.  Los corrieron a balazos y uno de ellos de milagro no recibió un proyectil en la cabeza. Hubo denuncia penal y causa judicial. Hubo orden de allanamiento que nunca pudo cumplirse porque el dueño de la mansión ordenó no abrirle las puertas a nadie. Un intento por hacer justicia terminó de manera bizarra, con un policía de enorme barriga intentado sin éxito trepar un cerco para hacer cumplir la ley. La noticia tampoco se publicó en los grandes medios. Cinco años después, el dueño de aquella mansión inexpugnable terminaría ordenando o “sugiriendo”, según lo determinaría la Justicia, un apriete al reportero gráfico y que terminaría en un secuestro, martirio y asesinado brutal.
Por supuesto que De Narváez no es Yabrán y, si se analiza su posterior conducta, el Colorado tuvo la altura moral que no tuvo el cartero puesto que él sí reconoció el delito cometido contra el periodista Mario Casalongue y hasta admitió haberle advertido que la próxima vez lo mataba. Que la Justicia haya hecho lo que hizo ante el delito confeso de De Narváez corre por otro andarivel. Lo que se quiere mostrar con estas referencias es que en la Argentina del siglo XXI algunas cuestiones vinculadas a la libertad de expresión y a los eventuales delitos que se puedan cometer en nombre de ella, siguen resolviéndose mediante la ley brutal de la billetera.
Esa es una de las caras que muestra el libro de Santiago Sautel y lo hace a través de un relato por momentos apasionante que, si se me permite la humilde opinión, abre las puertas a un género nuevo: el del policial-político-policial. “Justicia por mano propia: El libro que De Narváez no pudo comprar”, es en muchos de sus tramos, una novela con todos los condimentos de un policial y todo el picante que sazona la política nacional y bonaerense.
Este libro bucea y encuentra detalles sobre la vida de los personajes centrales de esta historia que no por conocida deja de tener numerosos rincones donde encontrar nuevas y sorpresivas revelaciones. Y contextualiza a partir de descripciones sobre el origen y la vida de los personajes, desde el “petiso de piel oscura, hijo de un albañil” hasta el hombre educado en un hogar donde, según sus propios dichos, “todo sobraba y más”.
Sautel marca territorio entre ambos y los describe como dos peleadores a los que la vida les dio diferentes armas. Describe entonces al periodista de alma que tuvo que arreglar zapatos para sobrevivir y el empresario exitoso y expeditivo al que todavía dice pesarle en su conciencia el despido de 3500 trabajadores de Casa Tía, incluyendo a su propio hermano, según se relata.
Más allá de las anécdotas, las descripciones y los razonamientos que puedan hacerse sobre el “estilo” de periodismo impuesto por esa creación de Mario Casalongue que es la  siempre en boca de todos Agencia NOVA, en el libro queda expuesta la hipocresía mediática y el concepto de “si te gusta no lo mates, simplemente no lo leas”.
Contra todos los pronósticos que puedan hacerse a partir del título y su temática, el libro de Sautel no se queda en el episodio central sino que recorre caminos desconocidos a caballo de la anécdota y pasajes de la vida cotidiana que muestran, entre otras postales, una bien conocida por la sociedad y particularmente por los medios y la política: la corrupción.
Para aquellos que están en lo que solemos llamar “el ambiente”, la obra de Sautel permitirá recorrer a pelo y contrapelo la entretela y los detalles no conocidos sobre el nacimiento del fenómeno periodístico de las últimas dos décadas que es la Agencia NOVA, más allá de las valoraciones que cada lector podrá hacer sobre ella.
¿Qué condiciones debieron darse en la sociedad, la política y los medios para que un estilo periodístico tan cuestionado como el de NOVA resultase en el éxito que fue y que mantiene después de veinte años?. Leyendo el libro de Sautel se pueden encontrar algunas respuestas. En ese contexto, buena parte del “ambiente” periodístico se tirará en palomita sobre el capítulo en el que con pelo y señales se revelan detalles de la ruptura de una sociedad periodística exitosa basada en una amistad histórica, cruzada por los avatares de una actividad compleja, desgastante, febril y en la que afloran, como en muchos otros órdenes de la vida, las grandezas y las chiquezas.
“Justicia por mano propia” deja en varios de sus pasajes conceptos terribles que van más allá del hecho que fundamenta el libro. Como, por ejemplo, la idea de que un fiscal absuelva a un imputado que confiesa su delito. Y abunda y abre el debate sobre un tema siempre vigente y cargado de matices: los límites del periodismo a la hora de informar sobre lo público y lo privado.
Se pasea una y otra vez sobre las hipocresías del periodismo. “Si el agredido hubiese sido Alfredo Leuco, quizá De Narváez hubiese ido preso”, es una de las reflexiones que afloran de la lectura de este libro.
Por lo demás, como refería al principio, este libro bien podría haberse titulado “La doble moral del periodismo”. Y la reflexión nace del permanente debate que se da a partir de estilos como el de NOVA, que es lo mismo que decir Mario Casalongue.
En el libro se muestran partes de las patéticas manifestaciones de quienes se veían obligados a condenar lo hecho por De Narváez pero al mismo tiempo usaban el ninguneo de su víctima para, de alguna forma, justificar al poderoso empresario devenido en político y que alguna vez tuvo en sus manos, en opinión de numerosos observadores de la política nacional, el caudal electoral suficiente como para gobernar ese país dentro del país que es la provincia de Buenos Aires. Acaso gran parte de aquello, o todo, voló por la borda a medida que cada trompada impactaba sobre la cara de un periodista.
Este libro propone adentrarse en el debate: ¿Es NOVA, a partir del sello personal de Casalongue, la suma de todo lo que no debe hacerse en periodismo?.
Para muchos la pregunta no tendrá una respuesta objetiva en tanto y en cuanto el periodismo siga careciendo de fiscales y de jueces con autoridad para fiscalizar o juzgar lo que está bien o lo que está mal.
¿A dónde están los dueños de la verdad sobre la ética periodística? ¿En las corporaciones que han robado empresas a punta de pistola? ¿En los que han sido cómplices de las peores dictaduras? ¿En los que han sostenido gobiernos cuyas no-acciones terminaron en tragedias? ¿En los que utilizan la invisibilización como una herramienta para castigar o extorsionar a determinados políticos? ¿En los que usan su influencia para meterse en el negocio de la obra pública de donde históricamente se han llenado los bolsos de todos los López en diferentes épocas y gobiernos?. Una de las reflexiones que quedan tras la lectura de “Justicia por mano propia” es que sin duda en las iglesias de la Argentina el agua bendita con que se bautiza a los niños puede provenir de diferentes lugares. De muchos, menos del sudor de las empresas periodísticas y de ciertos periodistas que pretenden juzgar estilos y conductas ajenos.
Por todo esto el libro de Sautel aporta elementos al debate del que alguna vez deberían surgir los entendimientos para una sociedad mejor. O, aunque sea, un poco menos hipócrita.


Hipólito “Pico” Sanzone

 
 
 
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Justicia por mano propia: El libro que Francisco De Narváez no pudo comprar de Santiago Sautel   Justicia por mano propia: El libro que Francisco De Narváez no pudo comprar
de Santiago Sautel

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