-Por supuesto visitará Munich.
-Me parece que no voy a tener tiempo. Es importante que no
interrumpa mi "cura".
-Pero tiene que ir a Munch. No conoce Alemania si no ha estado
en Munch. Todas las Exposiciones, todo el Arte y el Alma de la vida de Alemania
están en Munich. Tenemos el Festival Wagner en agosto, y Mozart y una
colección de pinturas .japonesas... ¡Y la cerveza! No sabe lo que
es una buena cerveza hasta que ha estado en Munich. Si incluso he visto
señoras finísimas todas las tardes, señoras verdaderamente
finísimas, tomándose así de altos-. Mostró con las
manos una buena medida de cerveza; yo sonreí.
-Si tomo mucha cerveza de Munich sudo muchísimo -dijo
Herr Hoffmann-. Cuando estoy aquí, en el campo o en los baños,
sudo, pero me gusta; pero en la ciudad no es lo mismo.
Alentado por ese pensamiento, se enjugó el cuello y la
cara con la servilleta y con cuidado se limpió las orejas.
Una fuente de vidrio con duraznos en compota fue colocada en la
mesa.
-¡Ah, fruta! -chilló Fräullein Stiegelauer-,
es tan necesaria para la salud. -El doctor me dijo esta mañana que
mientras más fruta pudiera comer, mejor era.
A todas luces siguió el consejo.