La criada trajo carne, con sauerkraut y papas.
-Me da un gran placer comer sauerkraut ?dijo el Viajero
del Norte de Alemania-, pero últimamente he comido tanto que no puedo
retenerlo.
Enseguida me veo obligado a...
-Qué hermoso día -exclamé,
volviéndome hacia Fräulein Stiegelauer-. ¿Se levantó
temprano hoy?
-A las cinco caminé diez minutos por el pasto
húmedo. Volví a la cama. A las cinco y media me volví a
dormir y me desperté a las siete; entonces me lavé "de cuerpo
entero". Volví a la cama. A las ocho me puse una cataplasma de agua
ría y a las ocho y media tomé una taza de té de menta. A
las nueve pedí un café de malta y empecé la
"cura". ¿Me pasa el sauerkraut, por favor? ¿Usted no
come?
-No gracias. Me parece un poco fuerte.
-¿Es verdad -preguntó la Viuda
escarbándose los dientes con una horquilla al hablar- que usted es
vegetariana?
-Sí, es cierto; no he comido carne desde hace tres
años.
-¡Increíble! ¿Tiene familia?
-No.