Mi nombre es Andrea, y entre otras cosas, soy adicta al amor. Y al mismo tiempo que escribo estas líneas, me pregunto si acaso alguien puede no serlo. Hay quienes dicen que el fin último de la vida es amar y que nos amen, y si así fuera, entonces no me siento víctima de una adicción, sino más bien protagonista de esta historia de amor. Porque en mi caso, si hablamos de amor, también hablamos de adicciones.
Podemos definir una adición como un hábito que implica conductas riesgosas, y que por motivos de dependencia que superan lo físico, se vuelven muy difíciles de prescindir en el tiempo. Y ese es el contexto en el que nació De Piscis y otras adicciones, como el resultado de una vida intensa, llena de amor y de adicciones; casi como un estado de orden, sobreviviente al caos.
Un día el orden supo traer paz, y con ella, mis ganas de hoy compartir estos relatos. Por eso los invito a leer y conocer una historia distinta, a contramano de un mundo intenso, donde cada vez encontramos más adicciones y menos amor, si es que ambos términos pueden ser divisibles.