“Cuando el diablo no tiene qué hacer,
con el rabo mata moscas”
Nuestro informe no es un trabajo acabado; tampoco es “un trabajo” en sentido estricto.
Lo tomamos más bien como un juego, una actividad apasionante a la que el lenguaje nos da acceso si lo usamos como herramienta lúdica, como un singular “rasti” cuyas piezas combinables son las palabras.
Un juego logrado no sólo con la participación colectiva de amigos, parientes y ocasionales colaboradores, sino muy especialmente con cientos de generaciones de hombres y mujeres que acuñaron todos los dichos, “refranes y otras yerbas” a lo largo de la historia de la civilización.
Como se ve, el contenido de este informe ya estaba hecho; nos hemos limitado a recopilarlo, analizarlo y clasificarlo…algo menos bizarro de lo que hizo Pierre Menard, según el famoso cuento de Borges. (Jorge L. Borges: “Pierre Menard autor del Quijote”; Ficciones; EMECÉ).
Por lo tanto “no hemos inventado la pólvora” ni “descubierto América”
Es apenas una recreación lúdica de alguien que, como “el diablo, no tenía otra cosa que hacer”.
Al asignarle este carácter liviano nos eximimos de los rigores de las ciencias y del corsé de las academias, a la vez que nos atrevemos a declarar su valor heurístico ya sea para continuarlo, para criticarlo, para corregirlo, para impugnarlo, para denunciarlo, para censurarlo o para recomendarlo a los que adjudican el Nobel de literatura…
Por otra parte cuando alguien pretenda hacernos notar los errores que sin duda contiene vamos a poder decirle:
¿Te lo tomaste en serio?… ¡andá!… ¿no ves que es un juego?