Cada una de las historias de este libro está presentada apaciblemente, a veces con aparente indiferencia, como un acontecimiento cotidiano. Nada hay en ellas que no pertenezca al orden de los días y que no provenga del mundo cotidiano del lector. Inclusive, y dentro de otra de las constantes de las letras femeninas, el mundo narrativo de estos relatos se enmarca en los ciclos de la Naturaleza, a los que todos pertenecemos, pero que las mujeres sienten más cerca. No hay en apariencia nada extraño. Nacer, crecer, que el cuerpo cambie, que la vorágine de la pasión nos devore, luchar para que las ilusiones no se apaguen, cumplir con las ceremonias para perpetuar la especie, llegar antes o después al final del camino, pertenecen a las cosas de todos los días y hasta muchas de ellas las compartimos con los animales y las plantas. Sin embargo, nos olvidamos de que se trata de una serie de milagros cotidianos, que no dejan de serlo porque estemos acostumbrados a ellos. Sobre esto se funda el trazo peculiar de la narrativa de Adriana Del Vitto: en ese recordarnos la presencia de esos milagros en nuestra vida cotidiana, en ese juego oblicuo de describir, a veces ingenuamente, una escena que suele ser maravillosa o terrible.
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Reseña del libro
