Procuramos dar a nuestros hijos felicidad. Les damos cosas, viajes, charlas, escuelas, aparatos, fiestas, pero les debemos algo, lo fundamental que conecta a las generaciones, los relatos primordiales que entretejen la trama de la cultura. Relatos donde están las raíces de nuestra verdad existencial. Relatos para comunicarnos. Para superar el miedo. Relatos para padres e hijos. El nexo entre las generaciones en la civilización de Occidente está en ellos. Los tomé de la Biblia y los elaboré siguiendo el ritmo de las lecturas de los tiempos. Allí estamos nosotros, tú, yo, nuestros hijos. Eternos protagonistas. Y un mensaje. Una propuesta acerca de para qué estamos, adónde vamos y qué podríamos hacer para ser felices, algo más felices. Quisimos ser modernos. Terminamos siendo nadie, y llenos de incertidumbre. Es tiempo de revivir nuestra condición humana. Hace una veintena de años que vengo trabajando estos textos, y sólo ahora me arriesgo a darlos a la luz. Ojalá puedan ellos, a su vez, dar luz.
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Reseña del libro
