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Pintura
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 Reseña del libro
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Política de Devoluciones. |
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Otros libros en la misma sección |
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Descripción del libro usado "Pintura" |
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| La publicación de un libro que reúne la obra del pintor Jorge González Perrín muestra desde su serie ?Fragmentaciones? (1989), dotada de un fuerte expresionismo abstracto, hasta sus últimos trabajos donde conviven la geometría con el azar de la mancha. El pintor desarrolla series que se contraponen en lo formal pero -a su vez- le aportan nuevos elementos como se puede apreciar en el libro -profusamente ilustrado- en el que configura un diálogo entre la abstracción de sus obras y sus títulos, creando una poética de lecturas múltiples. Y además, establece un puente entre sus percepciones, la realidad y la pintura misma, algo que se observa en el pasaje de una paleta abierta de los primeros tiempos, a la rigurosidad del blanco y negro y la simplificación de la imagen en las series posteriores donde la realidad entra a través de los títulos. El artista nacido en Punta Alta, provincia de Buenos Aires, en 1954, considera que con esta publicación se completa ?un gran ciclo?. ?En un primer momento yo no veía series, de ningún modo estaba atado a ese concepto, sino más bien líneas de acción, diferentes caminos donde desarrollo ciertas ideas fuerza que llegan hasta un punto, discursos artísticos con apoyaturas de la realidad o de la historia del arte?, define en diálogo con Télam. Respecto a la realidad, presente en sus grandes telas, explica que, por ejemplo, ?el grupo de acrílicos ''Globos negros'' de 1998, tiene que ver con el asesinato de José Luis Cabezas, cuando los reporteros gráficos hacían acciones con globos en las canchas de fútbol?. ?En el caso del homenaje a Walter Bulacio -menciona- pinto en blanco y negro un esquema simple de una cara con lágrimas, la imagen se transforma en un ícono, es como una señal que con el tiempo también alude a todas las violencias?. Así también ?La metáfora del agua?, que alude a las víctimas del terrorismo de Estado, se manifiesta como una obra más sensible, donde se deja arrastrar por el acrílico en su estado líquido. Los desaparecidos vuelven en su obra con el nombre y el retrato explícito, de Graciela Izurieta o Cora Pioli, y estos trabajos son un llamado de atención, otros similares funcionan como una señal?, arriesga el artista. En ?Cromagnón? realizada entre 2005 y 2006, el pintor vuelve a incorporar la realidad y también en ?El dolor nunca termina? de 1994, un conjunto de líneas negras, que como ondas verticales construyen un cuerpo desarticulado. ?Entonces pensaba que el mayor reclamo por los desaparecidos era el mismo desaparecido, o su ausencia, por lo que al principio escribí un cartel en el cuadro con el reclamo y el nombre, pero después lo borré porque plásticamente no funcionaba?, analiza. Hay otras pinturas en blanco y negro donde también en forma esquemática dibuja un corazón unido a la cabeza: ?tiene que ver con el pensamiento pictórico, que lleva integrado el corazón?. ?Por eso dibujo una flecha que va en los dos sentidos, es un pensar distinto al pensamiento intelectual de quien hace teoría y se expresa en el quehacer del artista. Tal vez es una visión del siglo XIX -reflexiona-, en cambio en el siglo XX el pensamiento comanda la producción de imágenes, el artista se vuelve una especie de gerente de una fábrica que dirige a sus ayudantes?. Y da como ejemplo el caso de Takashi Murakami (Tokio, 1962): ?Tiene fábricas con obreros-pintores que le pintan las obras, y ahora también los curadores participan de la concepción de la obra, y hasta los coleccionistas dirigen a los pintores. Todo tiene que ver con el mercado que se ha banalizado mucho?. Acerca de las diferencias en la percepción del observador y la del pintor mientras gesta la obra, González Perrín comenta que cuando trabaja en blanco y negro a veces, internamente, siente que nunca abandona el color. ?Por el contrario -dice- los trabajos que parecen más libres, como ''Construir en la destrucción'', donde la mancha preside la obra, son en realidad las más controladas?. González Perrín mantiene una relación intermitente con la figuración, la incluye sólo en forma de esquema, casi de logo, o apenas como sombras, hasta recuperar los rostros de ''los desaparecidos''. Primero lo hace con el retrato de Graciela Izurieta de 2007 y luego en sus trabajos de ?Memoria Colectiva?: con un grupo reconstruye sus rostros a partir de una foto, con la técnica del ampliado por cuadrícula, que actualmente está en exhibición en el Palais de Glace. Para acercarse más a la obra de este artista, se puede acceder a este libro, editado por la fundación Vittal, con diseño de Juan Cavallero y textos de Natalia March, una importante obra documental y gráfica de su carrera.  Ir al inicio |
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