Si nuestra época parece ser la del descubrimiento del niño y sus instancias psicológico-espirituales, en cambio no repara mayormente en el polo opuesto y completador de la existencia: la ancanidad. A lo sumo, la vejez suele ser un índice en las estadisticas sociológicas, pero nunca un motivo de efectiva preocupación, a nivel entrañable, por ella y sus exigencias. Dicha inquietud, que debiera conformar un hecho natural, por el otoño-invierno de la vida, es lo que llevó a Elizabeth von Kleist a escribir esta obra, plena de simpatía, de sugerencias, de amorosa solicitud por los casi marginados de la sociedad. Ancianos, jóvenes y adultos hallarán, en sus amenísimas páginas, un esclarecimiento adecuado para que las generaciones no se sigan haciendo la guerra -sorda o declarada- sino se armonicen en una inteligente y para todos fructífera relación.
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