«Mal amor, mal amor / no me des mal amor». La voz infantil plana, inhumana, canturrea estas frases tras un preludio de gritos que sugieren una espantosa tortura. Ese es el contenido de una cinta anónima que ha recibido Alex Delaware. ¿Qué móviles llevan al remitente a enviársela? ¿Qué significan las palabras pronunciadas en tan escalofriante tono? Las investigaciones de Delaware, ayudado por su amigo el detective Milo Sturgis, tienen un doble resultado: un viejo programa de un ciclo de conferencias en homenaje a un psicólogo infantil y la noticia de un brutal asesinato. En ambos casos, las enigmáticas palabras estaban presentes. Y cuanto más se adentra Delaware en su sentido, más agobiantes resultan sus viejos pero renovados perfiles: sufrimiento, soledad. Muerte. Mal amor es como una ventana abierta a un paisaje aterrador, un paisaje de mentes asoladas por el desamor y la intolerancia. Una intriga en la que los fuegos del presente llevan a las cenizas del pasado y que desazona pero que, de forma casi inexorable, no puede dejar de leerse.
Mal amor: el preludio de la mala muerte.
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