En la vida de la familia que protagoniza esta novela hay tres impresionantes palabras: Suicidio, Fracaso y Adulterio. Oliver, el padre, fue el Suicidio, Tony, el hijo, el Fracaso; y en cuanto al Adulterio, Lucy, en su desesperación, se entregó a un muchacho muy joven, un chico que apenas empezaba a descubrirse a sí mismo...
Veinte años más tarde la madre, Lucy Crown, y el hijo se encuentran en París, borrando así un larguísimo silencio: la madre es ya una norteamericana madura y el hijo un hombre casado cuya vida no tiene gran futuro; el otro personaje del reencuentro, el padre, está ya muerto. Entre esta mujer y su hijo sólo quedará en claro que todos recogieron lo mismo, la nada, un vacío lleno de soledad: ni la madre a través de muchas aventuras, ni el hijo en su exilio parisino, ni el padre en la muerte acaecida durante la segunda guerra mundial han logrado hallar una salida; no hay ningún vencedor entre ellos, sino tres derrotados que formaron una familia marcada por el dolor y el infortunio. Pero Lucy y Tony hablan, se explican, se sinceran; sin grandes esperanzas, pero, ahora sí, conociéndose...
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