Jack London ha sido todo: pobre y muy rico, tímido y exhibicionista, seguidor del superhombre y socialista ferviente. Alfred Kazin lo definió "el mayor cruzado y el más desvergonzado mercader de su tiempo". Entre sus experiencias, en 1896, a los veinte años, se marchó al Klondike, donde había empezado la carrera del oro. Por supuesto, no encontró oro, pero, en compensación, maduró su vocación literaria, y el mundo violento y sin piedad de los buscadores de oro le inspiró su libro más bonito y sincero; La voz de la sangre. La historia de Buck, perro intrépido y sentimental, que después de muchos palos y sufrimientos, decide volver a la libertad de sus hermanos lobos, cuenta con vigorosa poesía el mito eterno del hombre, el ansia de libertad, de espacio, de naturaleza.
Ir al inicio
|