La apacible tranquilidad de un pueblo inglés es sacudida por un asesinato: un muerto aparece en un cuarto cerrado sin rastro alguno de ser suicida. Sin vacilaciones las sospechas recaen al comienzo sobre la figura de una forastera, la novia de un joven escritor del pueblo, que nunca había sido bien vista por los ojos locales. Pero, a medida que avanza la investigación, una amenaza se ciñe sobre la pareja: las maquinaciones del asesino son apenas una muestra de la feroz desconfianza que caracteriza a los convencionalismos pueblerinos. Los relatos de Dickson Carr, cuyos climas se comparan con los de Stevenson y los de Chesterton, combinan magistralmente el rigor intelectual inglés con la rápida agilidad de las intrigas americanas.
"¿Cómo diablos explicaría lo sucedido? ¿Cómo decirle, en pocas palabras, que la noche anterior había sospechado que era una hábil envenenadora...? Pero no: sería mejor contarle todo y disipar la pesadilla con una carcajada."
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