«El espectáculo no es corriente. Es la naturaleza que surge de pronto entre un bosque de piedra y ladrillo, y el forastero, inocente, tal vez sienta la tentación de atravesar la puerta de negros barrotes y pasar una hora contemplando tranquilamente esa maravilla. Pero la puerta está cerrada y sólo los pocos privilegiados que viven en torno al pequeño parque tienen la llave que la abre.» Nueva York, 1894. Hasta Gramercy Park, bordeado de elegantes mansiones, protegido por una alta verja de hierro, se acerca Mario Alfieri, el mejor tenor del mundo. A punto de hacer su debut en el Metropolitan Opera House, cumbre de la alta sociedad, Alfieri necesita un lugar en el que refugiarse del revuelo que causa entre la flor y nata de la ciudad y entre las mujeres que en ella gobiernan. Y cree encontrarlo en Gramercy Park, en la elegante mansión del recientemente fallecido Henry Odgen Slade. La casa está disponible, aunque no vacía del todo. Clara Adler, la ahijada del difunto Slade, aún vive en ella, sola, sin amigos. ¿Quién es esta mujer encantadora? ¿Por qué la acogió Slade bajo su techo, para dejarla a su muerte sin un céntimo? ¿Y qué tragedias y terrores han convertido a la joven en poco más que en un espectro pálido y asustado que vaga por la casona desierta? Primero perplejo, y luego hechizado, Alfieri se ve pronto involucrado en una intriga que extiende sus hilos durante dos décadas y lo enfrenta a un malvado enemigo que amenaza con destruirlo a él y a la mujer que ama mediante la revelación de un escándalo que ya ha estado a punto de acabar con la vida de Clara Adler.
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