"Ser hija/ no es para toda la vida, dicen unos versos de este libro. Orfandad y libre entrada a la madurez signan su comienzo. Aquí y allá, surgen a veces enunciados que parece van a extraviarse en la breve deriva del poema, pero que retornan luego, de otra manera, enlazándose con gracia y precisión, y con una intensa naturalidad casi sin cosmética formal, más que la imprescindible que todo buen poema exige, mencionando la propia vida, los fragmentos que nos quedan de la vida de los que amamos. En este libro, que podría llamarse el libro del padre, Sara Cohen va segura, sencilla y con pequeñas verdades en la mano. Cartas y trenes le permiten desarrollar pequeños aguafuertes, estampas casi, y una mirada que se pregunta con honestidad por la vida mientras viene y va el flash del recuerdo propio. En la sección final de Escena con cartas una voz gana terreno, aquélla que dice a veces parezco un idiota,/ papi es así; gana terreno o se le da lugar para que hable al fin, y es tan conmovedora como lo es la otra voz diciendo cuidame/ mientras duermo... Porque un hombre aprende a hablar/ el día de su muerte [...] inventarlo/ mi incesante tarea, culmina Sara Cohen, con un lirismo seco como el desierto de su maravilloso protagonista".
Diana Bellessi.
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