Beatriz Guido aparece en esta nueva novela igual a sí misma y a la vez completamente transfigurada. Ese mundo de tensiones, de imperceptibles gestos, por momentos exasperado, opresivo, que caracterizan -o desgarran- los conflictos entre la búsqueda individual y los compromisos políticos, ese mundo, en fin, a que nos tiene acostumbrados la autora se abre en este relato sobre nuestra historia más reciente para hacernos asistir -según sus propias palabras- "al fin los románticos, al fin de las bellas conciencias de la patria". Los cinco hermanos, que habitan la vieja casona de la calle México, son testigos de un derrumbe, protagonistas más o menos cómplices de una frustración que trasciende largamente los marcos generacionales. Pero esta temática -sacudida en sus raíces por el amor- no se encuentra prisionera en los moldes de una escritora tradicional, por el contrario, Beatriz Guido ha sabido incorporar las técnicas narrativas más avanzadas, ha experimentado con el lenguaje y roto los viejos esquemas perceptuales, y sin embargo - milagro nada frecuente entre los autores contemporáneos- ha mantenido su sobrecogedor capacidad de relato, pues de inmediato se advierte el goce por la trama bien armada, el suspenso de ley y, sobre todo, la arrasadora ternura frente a sus propias criaturas.
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