El capitán Mike Hagen, el mejor piloto de la Intercontinental Airlines, conduce los enormes DC-8, con toda regularidad, desde Nueva York a California, ida y vuelta.
Nadie sospecha que el capitán, en cada vuelo, esconde cuidadosamente un termo con whisky en el lavabo. Muchísimo menos nadie podría imaginar que cada vez que el capitán se levanta de su asiento, es para aumentar un poco más la dosis de alcohol en su cuerpo. Pero conducir un avión y beber alcohol da por resultado una mezcla peligrosa.
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