Hacia 1870, Sarmiento impulsó el más ambicioso y visionario plan de desarrollo científico que existió en la Argentina. En 1994, el presidente Carlos Menem, a través del Dr. Cavallo, impulsó el proyecto más corto de vista que se pudiera pedir: el achicamiento de la poca ciencia que queda en el país.
El ministro de Economía del menemismo ostenta un mérito innegable: el de decir abiertamente lo que otros esconden tras bellos discursos. Sus declaraciones han sido definitorias: se trata de acabar con la ilusión de que la Argentina podría, alguna vez, aspirar a otro premio Nobel. El énfasis de Disparen contra la ciencia está puesto en un tema central: cómo la sociedad argentina, en el marco de un proceso de cambio de país receptor a país expulsor, logró que la inteligencia se convirtiera en un valor despreciable, hasta lograr que se entronizara el pensamiento mágico en todo su frenesí irracional.
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