Fin


Primera página : En esta tierra última, de María Fernanda Castilla

Jueves 11 de Enero de 2007
En esta tierra última, de María Fernanda Castilla

Lo primero que hay que decir es que María Fernanda Castilla, como gran poeta, hace uso del engaño ?cual metáfora viva? para que creamos que En esta tierra última no sólo su primer libro, sino también, un solo libro.

En esta tierra última no es solamente un libro. Desde su composición, y luego de su lectura, descubrimos que son cuatro libros perfectamente armónicos y articulados para poderse presentar como un solo libro. Es por ello que est e trabajo de años sobre la palabra poética que hoy tenemos delante, forma eso: cuatro obras que recién en este 2006 ven la luz como la síntesis de una travesía poética.

Para quien no la conoce, María Fernanda siempre es María Fernanda. No hay disfraces ni máscaras en ella. María Fernanda es pura poesía. Es palabra exultante, a tal punto que a veces pareciera inundarnos en su propia vorágine. Y esta, su primera obra (porque prefiero llamarla ?obra? y no simplemente ?libro?) lo demuestra.

Luego de leer En esta tierra última una reflexión no dejó de darme vueltas en la cabeza. Como bien se indica en la solapa (por lo que no quiero que parezca la insolencia de un joven) María Fernanda nació en 1944. Este no es un dato irrelevante al leerla. Porque se nota, en cada palabra, la diferencia entre el crecimiento que un poeta puede tener a medida que crece como persona y en ella su poesía, y la posibilidad que brinda la vida como recorrido. En cada poema de María Fernanda está el recorrido de una vida. Su poesía es una poesía vivida, transitada, escarbada que explora y explota, en las variaciones de la palabra, una voz propia.

En esta tierra última recorre diferentes estados, pensamientos, sentimientos y vivencias. Es por ello, y por la imposibilidad que es al mismo tiempo invitación para que cada uno pueda leer el libro, que he decidido tomar solamente una parte, uno de sus vértices posibles.

Y con la propia lectura construida se rehace un libro. Como un rompecabezas. Como un juego de piezas desmontables. Porque en definitiva la poesía es eso, un juego de piezas desmontables que inauguramos en cada poema, en cada nueva lectura.

Por eso tomo los poemas y elijo, cambio, muevo. Y en ese construir y reconstruir encuentro a María Fernanda confirmando su pensar poético, exponiendo ?como lo ha hecho Borges en su propia poesía, y como tantos otras? su Arte poética:

 

?el principio es quietud / silencio / siempre / desierto // desde esa hondura el verbo germina // estallan las palabras / en babélico desconcierto // ajeno a un orden / el poeta pasa.?

Viajo al final de los poemarios. La travesía ha sido profunda, colmada de belleza, soledad y, como Marcelo di Marco escribe en su contratapa, por ?las penumbras del dolor?. Y para placer del buen lector, todo cierra. Con ojo acertado, con trabajo de fondo (lo que confirma que no es un rejunte de poemas, sino poesía trabajada, corregida, revisada), se hace poema su propia espera:

 

de puro existir / en esta tierra última / me perdí en mi misma // miro el deseo pasar / mi sed se ha arrugado / caen los días / y aún / no ronda la muerte.

 

A pesar d e todo, la poeta continúa aquí. Sigue de pie, escribiendo. A pesar de las huellas de la vida, de los avatares de la existencia, continúa poeta, continúa viva.

Finalmente, y ya dije que mi recorrido/selección era deforme, encuentro el último poema que quiero dejarles. Porque María Fernanda siempre fue la misma, siempre es la misma. Poeta. Con mayúsculas.

 

Trépano/ Hoy / he decidido dejar / de ser / púa de compás / de buscar la palabra / exacto punto de inicio / girar girar y girar / el cavar / el hundirme / explorando otro cómo / otro qué / si desde siempre / lo único que habito es / el mismísimo cráter.

 

Un trépano es un ?instrumento que se usa para trepanar?. Trepanar es ?horadar el cráneo u otro hueso con fin curativo o diagnóstico.? Horadar es ?agujerear algo atravesándolo de parte a parte.?

Esto es lo que hace la poeta con su palabra. Agujerea el hueso. Atraviesa el hueso. Su poesía busca ir más allá, a la profundidad de la carne, busca hueso, lo astilla hasta quebrarlo.

Y hay que decirlo: lo consigue. La poesía de María Fernanda queda adentro. Uno la guarda y la repite. La disfruta. La atraviesa.

Demos la bienvenida a esta gran poeta que hoy, finalmente, nos enseña su poesía.

 
Publicado por Emmanuel Taub a las 07:00