Fin


Primera página : Hipotética carta a tallerista indecisa.

Lunes 01 de Marzo de 2004
Hipotética carta a tallerista indecisa.

Protestás, mi querida, porque, después de la corrección que hicimos juntos, tu texto no parece escrito por vos, ?no nació así?. Y, de paso, anunciando que no te darás por vencida, paradójicamente me pedís tolerancia. Te aclaro que no hay correcciones tolerantes ni intolerantes. Intenciones aparte, nos es necesario interpretar, de la mejor manera, lo que el propio texto pide que le hagamos.

Comprendo tu sentimiento: durante el proceso de escritura encontrás múltiples oportunidades en que el cuento quiere tomar otros rumbos. Y eso mismo sucede, muchas veces, a la hora de corregir. Lo mejor, creo, es seguir al relato discretamente y ver adónde va.

El acto creador, el momento en que no nos alcanzan los dedos para escribir lo que fluye de nosotros, es mágico, maravilloso. Parimos un hijo y nos ahoga el amor. La pregunta es: ¿dejaremos librada a esa criatura a la buena de Dios, o le daremos las mejores oportunidades? ¿Lo proveeremos ?padres amorosos?, de las herramientas y los recursos para que crezca en sana fortaleza, o dejaremos que se las arregle solo, espontáneamente y como pueda? Un adulto no nace adulto. Y se parece muy poco al bebé que fue.

Un escritor como Hemingway viene a cuento: era uno de los campeones de la corrección; como Borges, Cortázar y otros miles, podía escribir y reescribir una misma frase cincuenta veces sin rendirse, sin darse por satisfecho. Ningún padre, ningún autor responsable, enamorado de su arte, descuida esta tarea. No deja las cosas ?como nacieron?.

Desde luego, el texto es tuyo. Sos libre de hacer con él lo que prefieras. Me parece excelente que no te des por vencida con facilidad, un escritor necesita ser tenaz.

Pero mi opinión es: dale al texto ?date a vos misma? permiso para experimentar. Son incontables las ocasiones en que, de manera insospechada, aparece un cuento ?dormido? dentro de otro. Y en ese desbrozar la maleza, también hay creación y gozo.

Si escribir es fundir oro en un molde, corregir es sacar las rebabas, abrillantar, engarzar las gemas. Y para eso hay técnicas que son de uso diario en todo buen taller de escritura.

Te propongo que las aprovechemos entre los tres: vos, tu cuento y yo.

 
Publicado por Marcelo Choren a las 22:06